El otro
día discutía con un amigo, joven psicólogo con mucho futuro, acerca de una
afirmación que hacía en su página de facebook: “A veces, es difícil ver la
diferencia entre melancolía y desesperación” a propósito de una escena de la
película “12 años de esclavitud”, en la que se muestra a una esclava maltratada
y ultrajada pidiendo al protagonista que la ayude a terminar con su vida. Este,
la pregunta que como puede estar tan desesperada, y ella le argumenta que es
melancolía.
A veces,
cuando pienso en mi padre, me invade la melancolía, esa que define la RAE como:
“Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o
morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada.”
Otras veces, mis sentimientos son nostálgicos, definidos por la misma
Institución como: “Tristeza melancólica originada
por el recuerdo de una dicha perdida.” De tal manera, podría afirmar que a
tenor de ambas definiciones, y sin entrar en juegos de palabras, en ocasiones
mis sentimientos hacia mi padre, son de melancólica nostalgia, o de nostálgica
melancolía.
Y con ese
sentimiento recuerdo mi época de jovial preadolescencia, cuando mi padre
comenzó a regalarme libros de aventuras de Emilio Salgari, Herman Melville,
Daniel Defoe y Julio Verne, y posteriormente, ya mas mayor, de Pío Baroja y de
Mika Waltari; de este último, su novela histórica “Sinuhé el Egipcio”.
De esta
obra recuerdo, como en ocasiones, mi padre, me leía dos párrafos, que tenía
subrayados con lápiz rojo. Yo le preguntaba que porqué siempre eran los mismos,
y él me contestaba mirándome a los ojos y esbozando una particular sonrisa: “No
preguntes por saber que el tiempo te lo dirá”.
Hoy, con
el paso de los años y la mayor o menor sabiduría que me ha dado la experiencia de lo que llevo
vivido, estoy empezando a comprender lo que me quería decir con aquellas
lecturas, que a continuación reproduzco:
“Yo,
Sinuhé, hijo de Senmut y de su esposa Kipa, he escrito este libro. No para
cantar las alabanzas de los dioses del país de Kemi, porque estoy cansado de
los dioses. No para alabar a los faraones, porque estoy cansado de sus actos.
Escribo para mí solo. No para halagar a los dioses, no para halagar a los
reyes, ni por miedo al porvenir ni por esperanza. Porque durante mi vida he
sufrido tantas pruebas y pérdidas que el vano temor no puede atormentarme y
cansado estoy de la esperanza en la inmortalidad como lo estoy de los dioses y
de los reyes. Es, pues, para mí solo para quien escribo, y sobre este punto
creo diferenciarme de todos los escritores pasados o futuros.”
"Todo vuelve a empezar y nada hay
nuevo bajo el sol; el hombre no cambia aun cuando cambien sus hábitos y las
palabras de su lengua. Los hombres revolotean alrededor de la mentira como las
moscas alrededor de un panal de miel, y las palabras del narrador embalsaman,
como el incienso, pese a que esté en cuclillas sobre el estiércol en la esquina
de la calle; pero los hombres rehuyen la verdad. Yo, Sinuhé, hijo de Senmut, en
mis días de vejez y de decepción estoy hastiado de la mentira. Por esto escribo
para mí solo lo que he visto con mis propios ojos o comprobado como verdad. En
esto me diferencio de cuantos han vivido antes que yo o vivirán después de mí.
Porque el hombre que escribe y, más aún, el que hace grabar su nombre y sus
actos sobre la piedra, vive con la esperanza de que sus palabras serán leídas y
que la posteridad glorificará sus actos y su cordura. Pero nada hay que elogiar
en mis palabras; mis actos son indignos de elogio, mi ciencia es amarga para el
corazón y no complace a nadie. Los niños no escribirán mis frases sobre la
tablilla de arcilla para ejercitarse en la escritura. Los hombres no repetirán
mis palabras para enriquecerse con mi saber, Porque he renunciado a toda
esperanza de ser jamás leído o comprendido. En su maldad, el hombre es más
cruel y más endurecido que el cocodrilo del río. Su corazón es más duro que la
piedra. Su vanidad, más ligera que el polvo de los caminos. Sumérgelo en el
río; una vez secas sus vestiduras será el mismo de antes. Sumérgelo en el dolor
y la decepción; cuando salga será el mismo de antes. He visto muchos
cataclismos en mi vida, pero todo está como antes y el hombre no ha cambiado.
Hay también gentes que dicen que lo que ocurre nunca es semejante a lo que
ocurrió; pero esto no son más que vanas palabras.”
Con estos pensamientos, y la
exposición de estos fragmentos, no trato de polemizar con nadie, ni generar
ningún tipo de conflicto ni debate. Estas líneas son el reflejo de unos
sentimientos, y por eso, por ser sentimientos, están lejos de ser discutibles.
Incluso, el paso del tiempo que
todo lo borra y lo difumina, ha podido influir en mi memoria, adulterando mis
recuerdos y confundiendo la realidad de los hechos acaecidos hace tantos años.
La
Publicación de estos extractos, no pretenden ir en contra de los posibles
copyright que puedan pertenecer a su autor,
y quedo a disposición del mismo para borrarlo de mi blog a su primer
requerimiento.
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