viernes, 29 de mayo de 2015

Episodio 9: Sobre los fantasmas del pasado


Y ¿Cómo pudiste rodearte de pechás de insustanciales personajes, buscadores de coplas, del ole tú y de la pandereta; o de ignominiosos charlatanes solidarios del corta y pega?
Tú, que quisiste ser el vivo exponente de lo mejor de cada casa, y que llevaste a gala tu intención por las honorables actitudes, ¿Por qué te afanas en mendigar falsos afectos, reconocimientos y amistades?
¿Por qué, quizás sintiendo un descabellado despecho te prodigaste en el servil arte de la seducción a cualquier precio, incluso con la disposición de perder el preciado valor de la dignidad de mujer, parapetándote tras el derecho a la feminidad, en contra del pensamiento que tanto defendiste, entre otras de Virginia Despentes: "La feminidad es el arte de ser servil. Podemos llamarlo seducción y hacer de ello un asunto de glamour. Pero en pocos casos se trata de un deporte de alto nivel. En general, se trata simplemente de acostumbrarse a comportarse como alguien inferior"?
¿Qué pretendes demostrar o demostrarte con tus años? ¿Qué vives tu segunda pubertad?
¿Por qué ahora me pides que borre tu imagen y tu nombre? ¿De donde?
¿Quizás te refieras a esa imagen colgada en tu portada, de vulpes arrebujadas y asustadas guardando la entrada de su virtual zorrera? Pero esa imagen, como sabes, yo no puedo hacerla desaparecer, porque solo es tuya. Yo no he sido el autor de esa instantánea, y nunca he tenido acceso a ese fichero.
Y si te refieres a que no vuelva a crearte mundos de la nada, a inventarme pasados,  a proyectar futuros y a construir historias comunes, ¿Recuerdas? Pues puedes estar tranquila, ya no soy capaz de hacer tal magia. Esa virtud la perdí cuando me comenzó a desaparecer poco a poco el amor, la entrega y la pasión, y se me fue pegando al alma la mentira, la sinrazón y la locura.
Convendrás conmigo en que los fantasmas del pasado no siempre son como los recordamos; a veces vienen arrastrando pesadas cadenas, con las que tratan de envolvernos para intentar arruinarnos el futuro.

lunes, 25 de mayo de 2015

Episodio 8: Sobre la fruta fresca.


Anoche volví a encontrar unos pies que calentar entre los míos y  volví, bajo las sábanas  a entrelazar mis piernas con las suyas: Tan suaves.
Anoche, también volví a abrazar su cuerpo fibroso y delicado; y a sentir sus electrizantes convulsiones y temblores.
Y esta mañana me levante temprano a buscar fruta a la nevera; y la puse en trozos pequeños en un plato y después en su boca, mientras besaba sus ojos aun cerrados por el sueño.
Entonces, se incorporó y se estiró señalando el cielo raso con sus manos, y con pereza se apoyó en el cabecero sujeto a la pared con dos escarpias, y yo en su vientre deposite mi frente; y mientras sentía el húmedo retumbar de su pulso y el sabor salado de su piel, ella cogió un libro que tenía encima de la pequeña mesita que hay al lado de la cama, y me leyó estos versos de Gioconda Belli:

“Déjame que esparza
 manzanas en tu sexo
 néctares de mango
 carne de fresas;
Tu cuerpo son todas las frutas.
 Te abrazo y corren las mandarinas;
 te beso y todas las uvas sueltan
 el vino oculto de su corazón
 sobre mi boca.
Mi lengua siente en tus brazos
 el zumo dulce de las naranjas
 y en tus piernas el promegranate
 esconde sus semillas incitantes.
Déjame que coseche los frutos de agua
 que sudan en tus poros:
 Mi hombre de limones y duraznos,
 dame a beber fuentes de melocotones y bananos
 racimos de cerezas.
Tu cuerpo es el paraíso perdido
 del que nunca jamás ningún Dios
 podrá expulsarme”.

Luego se nos inundó el alma de deseo, y miles de emociones nos llegaron juntas, y se nos aflojó el cuerpo, y seguí, no sé por cuanto tiempo sujeto a su cintura; mi pecho junto a su espalda, dejando correr los minutos y las horas.
Y volvimos a dormirnos; y nos despertó ya entrada la tarde el estridente trino de los pájaros, y el monótono ladrido de los perros.

 

 

 

 

sábado, 9 de mayo de 2015

Episodio 7: Sobre lechones y marranos.


La señorita Carolina, fue mi profesora de Historia del Arte, cuando hice COU. Era una mujer extremadamente inteligente, que dirigía unas excavaciones arqueológicas de una villa romana en un pueblo de la provincia de Guadalajara.
Impenitente fumadora de Bisonte –tabaco rubio, destrozapulmones, sin boquilla, muy popular desde la segunda mitad del siglo pasado-, que encendía uno detrás de otro, con la colilla sin apagar del anterior cigarrillo que aún no había terminado.
Aparte de impartir su asignatura, dábamos paseos por la filosofía, la historia, la política, la ciencia, el sexo...
A pesar de que nada más empezar el curso nos advirtió que su asignatura se aprobaría con tan solo asistir a todas sus clases, había que cumplir con el programa, por lo que debíamos pasar por las evaluaciones trimestrales.
Yo disfrutaba con esos exámenes, no tan solo por lo irrelevante de la prueba, sino por que en ocasiones copiaba directamente del libro.
-Has copiado. -Me dijo en una ocasión.
-No me fastidie. ¿Cómo puede saberlo si estuvo todo el examen leyendo el periódico?
-¡No seas Ignorante! –Contestó- Más sabe el diablo por diablo que por viejo.
-Querrá decir lo contrario –respondí.
-No, en absoluto. La edad solo perfecciona al ser humano en lo que ya es: En su bondad, en su inteligencia, y por supuesto en su estupidez. Un idiota, al envejecer, solo se hace más idiota.  -Escucha– y comenzó a narrar:

Un viejo que vivía cerca de un lago,
Después de mucho tiempo, decidió ir a visitarlo.
Cogió un cesto para aprovechar el paseo y recoger algunas frutas por el camino.
Al aproximarse al lago, escuchó voces animadas.
Vio un grupo de mujeres bañándose, completamente desnudas,
que al advertir su presencia, se fueron hacia la parte más profunda del lago,
manteniendo solamente la cabeza fuera del agua.
Una de las mujeres gritó:
-¡No saldremos mientras usted no se aleje!
Entonces el viejo respondió:
-¡Yo no he venido hasta aquí para verlas nadar o salir desnudas del lago!
Levantando el cesto y diciéndoles:
-Estoy aquí para dar de comer al cocodrilo...

-A este viejo, la astucia no le vino con los años –hizo una pausa, mientas se encendía un cigarrillo- en todo caso, con los años pudo perfeccionar su don. También el necio, con el paso de los años puede ir puliendo su estupidez, o el imprudente hacerse un poco más reflexivo, pero nunca dejarán de ser lo que son.
-Entonces, ¿quiere decir que estamos atados al destino, que no podemos modificarlo?–Pregunté.
-Lo que quiero decir, es que quien nace lechón, muere marrano.
Exhaló una profunda bocanada del rubio sin boquilla, me miró sonriente, y en ese momento sonó el timbre que anunciaba el final de la clase.
No volvimos a hablar sobre el tema en lo que quedó de curso, y acabadas las clases, no volví a saber nada de la Señorita Carolina.
Supe por compañeros de aquel año, que siguió con su actividad lectiva, y continuó por muchos años al frente de la excavación, y que escribió varios libros y múltiples ensayos, y continuó cautivando a generaciones de jóvenes estudiantes, y posiblemente siguió fumado aquel tabaco, con ambiciones americanas fabricado en Tarragona.
Aún hoy día sigo sin tener claro de donde le viene la sabiduría al diablo.
Con estos pensamientos, no trato de polemizar con nadie, ni generar ningún tipo de conflicto ni debate.
Incluso, el paso del tiempo, ha podido influir en mi memoria, adulterando mis recuerdos y confundiendo la realidad de los hechos acaecidos hace tantos años.