sábado, 18 de abril de 2015

Episodio 6: Sobre el pan con mantequilla.


Hace unos días una amiga de Google publicaba  el  poema del gran poeta uruguayo Mario Benedetti “Como hacerte saber”, que me hizo recordar.
Ayer, alguien desde el bloqueo y la cuarentena donde uno se parapeta y se protege, me hizo llegar otros versos de Don Mario, que evocaron otros días en los que pasábamos el tiempo fundiendo nuestras almas, como se funde la mantequilla sobre el pan caliente.
En aquellas noches de verano, desnudos, tumbados en la terraza de mi casa, mirando las estrellas y contando bólidos en las lluvias de Perseidas, por la festividad de San Lorenzo, me gustaba decirle al oído, cuando aún no dormía estos versos; y entonces ocurría la magia y se detenía el tiempo: 

Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera un resplandor que da confianza
entonces dominguea el almanaque
vibran en su rincón las telarañas
y los ojos felices y felinos
miran y de mirar nunca se cansan.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
es una vocación para las manos
para los labios es casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
y siempre es una fiesta descifrarlo.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera una luz propia y nos enciende
el cielo raso se convierte en cielo
y es una gloria no ser inocente
una mujer querida o vislumbrada
desbarata por una vez la muerte. 

Después, por culpa del desatino, el ejercicio de elegir  y la locura, el tiempo comenzó a correr de nuevo, y dejé de preguntarme como se preguntó el poeta: “¿Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo? Que uno tiene que buscarlo y dárselo...
Porqué me di cuenta de que el pan se vuelve duro con el tiempo, y la mantequilla en la nevera, también se pone dura con el tiempo, y no se funde; y las almas, de no fundirse, con el tiempo se vuelven volanderas; y a las estrellas, por no mirarlas, acaba tapándolas la niebla; y seguro que en agosto, después de tanto tiempo, hará frío para estar desnudo, contigo, por la noche en mi terraza.