viernes, 12 de febrero de 2016

Episodio 17: Sobre las cartas que nunca se enviaron.

Me contó hace muchos años mi amigo Pedro, el asturiano de Llanes, que por entonces guardaba el refugio del Jou de los Cabrones, en Picos de Europa, que tuvo de ayudante por un tiempo, a un hombre maduro, poco conocedor de las cosas de montaña, que solo compañía le daba y algo de servicio, por poco mas que el sustento, tabaco y techo.
Me decía el de Llanes, que aquel hombre, de aspecto bonachón, poco hablador y algo esquivo, desapareció una tarde de niebla camino de la Majada de Amuesa, en dirección a Bulnes. Estuvieron buscandole por días, sin encontrarle. Nadie le volvió a ver ni vivo ni muerto.
Revolviendo entre sus pocas pertenencias, por ver si encontraban a quien avisar de lo ocurrido, dieron tan solo con una carta, no enviada, medio rota por los pliegues, de tanto abrirla y cerrarla que decía:
"Con la vista puesta en el tiempo transcurrido, me doy cuenta de tantas cosas que hubiera querido hacer contigo:
Hubiera querido haberte hecho mujer entre mis brazos, y me hubiera gustado también contar contigo estrellas y renombrarlas y que nos hubiera sorprendido el amanecer besándonos en una cumbre. Y hubiera querido tanto perpetuar en ti mi estirpe, y mi futuro.
Y me hubiera gustado también beber tu juventud de sorbo en sorbo, y caminar contigo hasta estos años, como esposos, como amigos, como amantes.
Pero no pudo ser. No supe llegar a tiempo de subir a tu tren para viajar juntos por la vida. El destino medió para que solo hubiese entre nosotros distancia, nostalgias y recuerdos.
Después, durante media vida no paré de buscarte y de soñar contigo. No perdí la esperanza de encontrarte, y cuando menos lo esperaba, cuando ya casi te daba por perdida, una tarde se me abrió de golpe la ventana del pasado, y te acercaste a mí de nuevo, inundándolo todo de luz y de aire fresco.
Y lo que ocurrió después, ya lo conoces: el reencuentro, el amor y la pasión casi desmedida ¡a nuestros años!
Pero ahora, entre nosotros de nuevo la distancia se interpone, y el tiempo corre, y la desazón se instala y nos envuelve y nos acosa la impacienta, y por eso tengo miedo, tengo miedo de perderte, tengo miedo que no vuelvas, miedo de sentir de nuevo el frío del olvido, ese que los huesos cala, ese que hiela la sangre y que destroza el alma.
Quiero que sepas, que si quieres, con lo poco que me toca de ti, te construiré un mundo, y de la nada, me inventaré un pasado y por tu amor, proyectaré un futuro. Y construiremos también nosotros nuestra historia, y nos fundiremos el uno con el otro, y nos aislaremos del resto de la gente, y nos querremos, Estrellita, y nos querremos"