Me contó hace muchos años mi amigo Pedro, el asturiano de
Llanes, que por entonces guardaba el refugio del Jou de los Cabrones, en Picos
de Europa, que tuvo de ayudante por un tiempo, a un hombre maduro, poco
conocedor de las cosas de montaña, que solo compañía le daba y algo de servicio, por
poco mas que el sustento, tabaco y techo.
Me decía el de Llanes, que aquel
hombre, de aspecto bonachón, poco hablador y algo esquivo, desapareció una
tarde de niebla camino de la Majada de Amuesa, en dirección a Bulnes. Estuvieron
buscandole por días, sin encontrarle. Nadie le volvió a ver ni vivo ni
muerto.
Revolviendo entre sus pocas
pertenencias, por ver si encontraban a quien avisar de lo ocurrido, dieron tan solo
con una carta, no enviada, medio rota por los pliegues, de tanto abrirla y
cerrarla que decía:
"Con la vista puesta en
el tiempo transcurrido, me doy cuenta de tantas cosas que hubiera querido hacer
contigo:
Hubiera querido haberte hecho
mujer entre mis brazos, y me hubiera gustado también contar contigo estrellas y
renombrarlas y que nos hubiera sorprendido el amanecer besándonos en una
cumbre. Y hubiera querido tanto perpetuar en ti mi estirpe, y mi futuro.
Y me hubiera gustado también
beber tu juventud de sorbo en sorbo, y caminar contigo hasta estos años, como
esposos, como amigos, como amantes.
Pero no pudo ser. No supe
llegar a tiempo de subir a tu tren para viajar juntos por la vida. El destino
medió para que solo hubiese entre nosotros distancia, nostalgias y recuerdos.
Después, durante media vida no
paré de buscarte y de soñar contigo. No perdí la esperanza de encontrarte, y
cuando menos lo esperaba, cuando ya casi te daba por perdida, una tarde se me
abrió de golpe la ventana del pasado, y te acercaste a mí de nuevo, inundándolo
todo de luz y de aire fresco.
Y lo que ocurrió después, ya
lo conoces: el reencuentro, el amor y la pasión casi desmedida ¡a nuestros
años!
Pero ahora, entre nosotros de
nuevo la distancia se interpone, y el tiempo corre, y la desazón se instala y
nos envuelve y nos acosa la impacienta, y por eso tengo miedo, tengo miedo de
perderte, tengo miedo que no vuelvas, miedo de sentir de nuevo el frío del
olvido, ese que los huesos cala, ese que hiela la sangre y que destroza el
alma.
Quiero que sepas, que si
quieres, con lo poco que me toca de ti, te construiré un mundo, y de la nada,
me inventaré un pasado y por tu amor, proyectaré un futuro. Y construiremos
también nosotros nuestra historia, y nos fundiremos el uno con el otro, y nos
aislaremos del resto de la gente, y nos querremos, Estrellita, y nos
querremos"
Siempre te querre
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