jueves, 5 de marzo de 2015

Episodio 2: Sobre la autocompasión.


En estos últimos meses, mucho he leído y oído a cerca del Victimismo, sobre los procesos secesionistas catalanes o vascos, en los medios de comunicación, y en boca de políticos de todas las tendencias ideológicas.
No tenía del todo claro el significado de esa palabra, y buscando en Internet, encontré, hace poco, un artículo bastante esclarecedor publicado en el Blog de http://psicoreygabinetedepsicologia.com/.
Después de leerlo y meditar sobre su contenido, he llegado a la conclusión de que en muchas ocasiones, esa palabra también se puede aplicar a personas de nuestro entorno, que pretenden condicionar nuestro día a día.

Reproduzco a continuación su contenido: 

“Una personalidad victimista consiste en una tendencia psicológica, que puede llegar a desembocar en una conducta patológica como un trastorno paranoide, consistente en una propensión a culpar a otros de los males que uno padece (es decir, “yo soy una pobre victima”, “los demás no me entienden”, “a mí me tocan todos los marrones”, “no hay derecho”, “siempre me sucede a mí”, “qué mala suerte tengo”, etc…), refugiándose en la compasión ajena, mediante las quejas y/o la expresión de malestar se transmite una exigencia oculta a los demás, despertando en su interior, un sentimiento de culpa. Son personas que van de mártires por la vida, sin que sus quejas correspondan con la realidad e incluso conlleva una responsabilidad moral.
El victimismo suele esconder experiencias pasadas no superadas. Por tanto, el papel de víctima se basa en culpabilizar a todo y a todos con el objeto de obtener atención.
Desde una visión victimista siempre es el otro el que tiene el problema y uno mismo quien sufre las consecuencias. Victimismo = chantaje emocional y manipulación. 

Características de la persona victimista 


- No dice directamente lo que se desea, sino que se expresa en forma de queja o sufrimiento.
- Cuando no logra alcanzar su objetivo, se desespera, se lamenta y se queja de manera excesiva. En vez de luchar por cambiar las cosas, se regocija y exhibe sus desgracias, describiendo a todos sus desdichas.
- Busca protagonismo, con la pretensión de ser el centro de atención, trasmitiendo pena y forzando la compasión de los demás, mediante lamentos y quejas. Al victimista le gusta mostrarse como una persona a quien le suceden muchas desgracias e injusticias.
- Cualquier hecho negativo que le suceda, lo exagera hasta el punto de que en la mayoría de las ocasiones deforme la realidad, de forma que sobredimensiona lo negativo y llega a perder la perspectiva real de las consecuencias de ese hecho negativo.
- Cualquier mínima ofensa la exagera para mostrar que se siente discriminado con el fin de manifestar que están contra él. Suele pensar mal de los demás.
- Tiene el deseo de sentirse protegido por quienes le rodean y para mostrarlo se muestra débil y desamparado, haciéndoles sentir mal si no consigue su apoyo y protección.
- Para aquellas personas que tienen que soportar de manera constante sus desgracias y lamentos, puede convertirse en un lastre.
- Llegan a convertirse en víctimas de sí mismos, haciendo del sufrimiento su forma de vida.
- Buscan dar pena, suscitar compasión, que se le reconozca que es una persona perseguida por la mala suerte (en todas sus áreas de la vida: amor, trabajo, familia, amigos…) es decir, se presentan ante los demás como una víctima.
- Suelen acometer y criticar a aquellos que no le dan la razón o que no son como él desearía que fuesen, de forma que quien recibe la queja, lo percibe como una exigencia, no pudiendo elegir con libertad. De forma que si accede, puede renunciar a sus deseos o necesidades y si se niega aparece culpabilidad o miedo a que el otro se enfade o lo rechace.
- Se manifiesta de forma abierta (inseguridad), en ocasiones de modo exagerado, con una actitud de “pobre de mí”.
- El victimista siente que él se sacrifica y nunca recibe lo mismo a cambio.
- Se justifica la propia actitud agresiva como una defensa a los anteriores ataques recibidos.
- No sabe asumir las críticas, se ofende y se enoja ante ellas, y sólo ve mala intención, en quien se las hace o cuando tratan de hacerle una corrección.
- Ante un fracaso suele justificar su actitud y culpar a quien le rodea de sus propios errores. Adopta el rol de víctima reconociendo su parte de culpa y reclamando justicia como si fuese él quien ha sufrido las consecuencias de esa equivocación o error. Rechaza cualquier autocrítica y no asume ninguna responsabilidad.
- Ante una discusión o crítica, adquiere una actitud defensiva, ya que considera que la intención de su adversario es ir más allá de una simple discusión o desacuerdo. Considera que le están atacando y que van contra él. 

¿Por qué una persona se siente y/o muestra como víctima? Razones que podrían explicarlo: 

- Táctica del reconocimiento: el individuo suele utilizar el victimismo para llamar la atención, sobredimensionando cuestiones y hechos poco relevantes de carácter negativo. Siendo común que interprete el rol de víctima para que reconozcan sus méritos.
Su actitud no está asociada a patologías graves, sino que es fruto de un aprendizaje con diversas incapacidades y carencias para las que no se han tenido o empleado correctamente, los recursos apropiados de superación.
 El individuo está estancado en la mediocridad, una realidad que percibe de un modo más o menos consciente y que pretende superar con el reconocimiento que sólo consigue, o que cree conseguir, mediante su papel de víctima. Considerando que se puede comprar de alguna forma el afecto, la atención, la compañía, el apoyo, la aprobación, etc. Esta manifestación podría ser consecuencia de una escasa autoestima y/o falta de recursos y habilidades asertivas, cognitivas y un desarrollo evidentemente inmaduro.
- Deformación de la realidad: el sujeto cree que es sólo una víctima del entorno o los demás, por lo que la culpa en todo caso, es siempre del resto. Muestra un pesimismo exacerbado frente a la realidad que le rodea, sobredimensionando lo negativo, recelando de lo que surge a su alrededor y presumiendo de que los otros son injustos y le maltratan.
De esta actitud surge un morboso afán por descubrir agravios insignificantes para sentirse discriminado o maltratado con el fin de achacar a instancias exteriores una supuesta actitud perversa y agresiva que representa todo lo malo que le sucede. De esta forma, su susceptibilidad le lleva a reaccionar con crispación ante la más mínima crítica, elevada inmediatamente a la consideración de grave ofensa.
- Táctica ofensiva: la cual no es en absoluto inocua, sino plenamente consciente y con un afán manipulador que no repara en medios para lograr sus objetivos. Siempre miran hacia uno mismo y no les importa demasiado los daños colaterales causados por su actitud.
El victimismo es un elemento más que utilizan a su conveniencia, no siendo su modo de vida. También suelen estar relacionados con hechos traumáticos, incluso los mismos que el grupo siguiente (táctica defensiva), pero a diferencia de éstos, no esperan un resarcimiento pasivo, sino que están dispuestos a cobrar la supuesta deuda a cualquier precio. Podríamos decir que las personas de este grupo sienten en cierta manera como su dolor o malestar se alivia cuando causan daño a los demás.
- Táctica defensiva:  se caracteriza por individuos que viven en el autoengaño, cuyo victimismo se ha convertido en la razón de su existencia. El rol de víctima está asociado a un negativismo sin concesiones. Todo está en su contra. Su percepción de la realidad está completamente distorsionada y sienten que nada puede hacerse para cambiar esta situación (indefensión aprendida).
Este comportamiento casi siempre está relacionado con hechos traumáticos de diversa índole que no se han podido superar, tales como el abuso sexual en la infancia u otras disfuncionalidades familiares o de carencias de tipo afectivo. Su actitud es pasiva e inconscientemente manipuladora, se vale del chantaje emocional y suele hallarse inmersa en una eterna e inactiva espera, donde la pretensión de que el mundo reconozca su inmenso dolor y la injusticia que se ha cometido con ella, nunca es satisfecha. 

¿Qué hacer para salir del papel de víctima? Tal cambio implica un cambio de percepción: 

1. La visión victimista suele adquirir un sentido cuando se indaga en el hilo conductor de la propia vida. La persona puede preguntarse por qué necesita esta actitud y reconocer de forma honesta qué beneficios obtiene de ella. Quizá le ayude a sentirse más fuerte o protegida, a controlar mejor a los demás, a eximir ciertas responsabilidades, a censurar a otros, a dar una imagen de buena persona.
2. En la actitud victimista no se expresa de modo directo lo que se quiere ni se trata activamente de satisfacer los propios deseos, sino que se espera que se hagan cargo los demás. Al detectar la queja se puede intentar traducirla en palabras más claras, expresando lo que se desea o se necesita y hablando desde uno mismo, en primera persona, en vez de culpar.
3. Evitar la etiqueta permanente de víctima. Se puede ser víctima de una situación, pero ese estado de ánimo tendría que ser pasajero.
4. Utilizar la capacidad de elegir; conviene preguntarse, por ejemplo: “de esta situación, ¿qué es lo que me disgusta?, ¿qué es lo que yo puedo cambiar?, ¿qué peticiones concretas puedo hacer a los demás?…” 

Actitudes victimistas (situaciones) que ayudan para desarrollar el rol de víctima. 

- Haber vivido en un ambiente, donde se nos compadecía constantemente, escuchando comentarios como: “pobrecito, se siente mal”, “pobre, le ponen tanta tarea”, “es injusto lo que le pasa, pero… no se puede hacer nada”, “a …. siempre le pasa algo malo”… El niño escucha y aprende a pensar igual respecto a sí mismo.
- La vulnerabilidad y dependencia de los niños. Debido a la edad, falta de conocimientos y habilidades, necesidad de depender de los adultos, las limitaciones que los mismos imponen, etc., todos los niños se sienten víctimas, en muchas situaciones. Lo cuál sucede a cualquier niño, independientemente de que tenga una vida estable, protegida, feliz… etc. Es parte de las características de la niñez.
Al crecer, los resultados de las diferentes experiencias que vivimos, la educación, los ejemplos que recibimos, etc., hacen que se pierda o disminuyan este tipo de pensamientos y sentimientos o que aumenten y se establezca una actitud de víctima.
- El ejemplo de uno o ambos padres que tenían dicha actitud. Los niños tienden a imitar, de forma inconsciente, las actitudes de los padres y de las personas importantes en su vida. 

Aspectos positivos y negativos de la “autocompasión” 

- El aspecto positivo es que al menos de momento, el dolor disminuye y evita que nos auto devaluemos, ya que reduce el impacto de la culpa.
- Los aspectos negativos, impiden que veamos el problema en toda su magnitud. Se enfoca solamente una pequeña parte del problema, es decir, la parte negativa que nos afecta de forma directa, por lo que no le vemos diferentes soluciones.
Nos aleja de la gente y nos impide resolver nuestros problemas, porque nos mantiene centrados en nosotros mismos: “pobre de mí… los demás me… yo no puedo…
Impide que nos responsabilicemos de lo que nos sucede y que actuemos, porque al culpar a los demás, son ellos los que pueden y deben hacer algo para mejorar la situación. Lo que hace que tratemos de presionarlos y manipularlos con lo que surgen nuevos conflictos.
Nos paraliza, porque sentimos que no podemos hacer nada al respecto, ya que no tenemos ni la capacidad ni el control necesario para resolver la situación”. 

La Publicación de este extracto, no pretende atentar contra los derechos de copyright que puedan pertenecer a su autor,  y quedo a disposición del mismo para borrarlo de mi blog a su primer requerimiento.

 

 

 

 

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