Hace más de un año que te fuiste de mi lado, fue algo
inesperado, y sorprendente; un duro y brutal atentado contra mi delicado
equilibrio emocional; un golpe terrible del destino, que se propuso amargarme
la existencia.
No pasa día sin que te recuerde. Mi ultimo pensamiento al
acostarme es para ti, y al levantarme, el primero es tuyo.
Y el resto del día no puedo quitar tu carita de mi mente; y
tu menudo y delicado cuerpecito, tan lleno de fuerza y decisión; y tu sonrisa,
dulce y compasiva; y tu mirada tierna, vital e inteligente.
Y añoro también tu risa, y las largas charlas llenas de
complicidad, y las bromas que siempre estabas dispuesta a soportar a cambio de
llamarme ganso, Y que terminaban siempre con un beso.
Miedo me da abrir los armarios en donde estuvo tu ropa, y
que me siguen oliendo a ti; por si me encuentro con alguna de tus cosas.
Te fuiste dejándome solo, triste y vulnerable; indefenso y
deficitario de amor y de cariño.
Ahora, te pido perdón por tantas y tantas noches que te hice
pasar en vela, y por tantas y tantas
lágrimas que sé que derramaste por mí, y por mi carácter. ¡Cómo me
gustaría poder reparar el daño que te hice entonces!
Cuento los días, que me quedan, para volver a estar contigo;
mamá querida.